Mitos y verdades sobre los alimentos GM.
Los alimentos transgénicos son objeto de controversia desde hace años. Cada cierto tiempo reaparecen en los medios, especialmente en Internet, rodeados de amenazas y acusaciones: nocivos para la salud, peligrosos para el medio ambiente, favorecedores del cambio climático...
La mayoría de los argumentos contra los alimentos genéticamente modificados (GM), no obstante, están basados en creencias que no se sostienen frente al análisis científico y que esconden el viejo temor: el hombre no debe jugar con la naturaleza, no debe jugar a ser Dios. Afirmaciones como que los GM generan toxinas en la leche materna, que están relacionados con las alergias del gluten o que provocan tumores provienen invariablemente de titulares sensacionalistas o de estudios pseudo-científicos, como el realizado por el activista Jeffrey Smith, ampliamente contestado por la comunidad científica.
Frente a ello, más de 2.000 estudios realizados entre los años 2.002 y 2.012 concluyen que no son un peligro para la salud ni para el medioambiente. De hecho, el cultivo de transgénicos representa una esperanza para las regiones afectadas por la escasez de alimentos, donde la modificación de semillas permite cosechas que de otro modo serían sencillamente inviables. Y resulta también beneficioso para el planeta, pues reduce en gran medida la necesidad de utilizar fertilizante, pesticidas y otros químicos con impacto ecológico.
Pero probablemente nada ha contribuido tanto a la mala prensa de los GM como las corporaciones líderes del sector. Empresas como Monsanto o DuPont han logrado trascender al gran público por sus prácticas monopolistas, a menudo orientadas al beneficio económico a costa de las condiciones laborales (cláusulas abusivas para el agricultor) y el entorno.
Afortunadamente no todo se reduce a Monstanto y DuPont. En los últimos años, lo que empezó como una pequeña empresa de bioingeniería ha ido escalando posiciones hasta establecerse sólidamente. Estamos hablando de Arcadia Biosciences, una compañía enfocada al desarrollo de productos beneficiosos para el medio ambiente y la salud humana bajo un modelo de negocio sostenible. Destaca por sus investigaciones sobre el uso eficiente del nitrógeno, una tecnología que podría aumentar los rendimientos agrícolas y minimizar el uso de fertilizantes nitrogenados (altamente contaminantes), además de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. También permitiría la creación de especies más resistentes al calor, el estrés o la sequía. Ya hay, de hecho, aplicaciones prácticas siendo probadas. Y los resultados son verdaderamente esperanzadores: no sólo se obtienen cosechas más resistentes que palían la escasez de alimentos, sino que los índices de contaminación agraria disminuyen de forma significativa.
Los alimentos transgénicos son una herramienta eficaz frente a la crisis que enfrentamos como especie. Problemas que afectan a nuestro planeta y que, de hecho, se agravarán con el crecimiento de la población en las próximas décadas. Y no podemos esperar que estos retos se resuelvan partiendo de prejuicios. Por este motivo, desde la Fundación hemos comenzado a trabajar con Arcadia Biosciences en el desarrollo de una serie de seminarios destinados a ofrecer información veraz sobre los alimentos genéticamente modificados. Próximamente facilitaremos las primeras fechas y localizaciones para estos eventos. Es sin duda una oportunidad única para contribuir a la normalización de una tecnología con un enorme potencial beneficioso.